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Fábrica de conejos

Cuando se habla de explotación animal, rara vez se menciona a los conejos. Sin embargo, estos animales ocupan uno de los primeros puestos en número de víctimas en la ganadería intensiva. En Europa, España es el segundo mayor productor de carne de conejo, solo por detrás de Italia. Cada año, millones de conejos son criados, engordados y sacrificados en condiciones que distan mucho del bienestar animal.

En España, según datos del Ministerio de Agricultura, se sacrificaron más de 40 millones de conejos en 2023 para consumo humano. A pesar de estas cifras, la cunicultura —la cría industrial de conejos— es una de las más opacas y menos reguladas del sector ganadero. Los conejos se crían mayoritariamente en sistemas intensivos, encerrados en jaulas de alambre, sin posibilidad de moverse con libertad, saltar ni expresar comportamientos naturales como excavar o socializar.

La esperanza de vida de un conejo en libertad puede superar los 8 años. En las granjas industriales, no viven más de 70 a 90 días. Las hembras reproductoras son sometidas a un ciclo constante de embarazos, partos y lactancia, y son reemplazadas cuando su rendimiento baja. Muchos animales mueren antes de llegar al matadero, víctimas de enfermedades, estrés o heridas sin tratar. Según informes de organizaciones como Equalia o Compassion in World Farming, las tasas de mortalidad en estas explotaciones pueden alcanzar el 20% en algunas fases del ciclo productivo.

Uno de los principales problemas es la falta de legislación específica. A diferencia de otras especies, como los cerdos o las gallinas, los conejos no cuentan con normativas europeas que regulen sus condiciones mínimas de bienestar. Esto permite que la cría en jaulas siga siendo la norma, a pesar de las crecientes evidencias científicas que demuestran su sufrimiento físico y psicológico.

Las imágenes captadas por activistas en granjas españolas muestran animales hacinados, con heridas abiertas, infecciones oculares y conductas anómalas fruto del encierro crónico. Estas prácticas, aunque legales, serían inaceptables si se tratara de perros o gatos. Pero los conejos, aún siendo animales inteligentes, sensibles y sociales, siguen invisibilizados.

Desde 2023, la Comisión Europea debate una posible prohibición progresiva de las jaulas en la ganadería, incluyendo a los conejos, tras una iniciativa ciudadana que recogió más de un millón de firmas. Pero los avances son lentos, y mientras tanto, la industria española continúa beneficiándose de un modelo intensivo que antepone el beneficio económico al bienestar animal.

 

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