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Esquileo

El esquileo de ovejas, lejos de ser una práctica inocua, representa una forma de sometimiento y explotación sistemática de animales que sienten y sufren. Las ovejas no son meros productores de lana: son seres vivos con emociones y vínculos sociales. Sin embargo, en la industria lanera son tratadas como objetos, reducidas a su valor económico y despojadas de cualquier reconocimiento como individuos.

Durante el esquileo, las ovejas son sujetadas bruscamente por trabajadores que buscan rapidez y eficiencia, no bienestar. Se utilizan máquinas eléctricas de esquilar con cuchillas afiladas que, al contacto con la piel, con frecuencia provocan cortes, heridas profundas y dolorosas. Estos procedimientos se realizan con fuerza, inmovilizando al animal, que lucha por liberarse, aterrado. En muchas ocasiones son sometidas o empujadas con violencia, sin respeto por su integridad física ni emocional.
El simple hecho de que las ovejas necesiten ser esquiladas es el resultado de la domesticación artificial y la manipulación genética a la que han sido sometidas para producir más lana de la que su cuerpo necesitaría naturalmente. Se ha roto así el equilibrio natural de su biología, perdiendo su capacidad natural para deshacerse de su lana, condenándolas a una dependencia forzada y a un sufrimiento constante.

 

 

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